Cada día estoy más convencido de que el tiempo pasa más rápido de lo que nos dicen. Parece que fue ayer cuando ganamos el Mundial, y han pasado 4 años, ¡4 años! Eso es mucho tiempo, tiempo suficiente incluso para olvidar.
Esta realidad es innegable y en el fútbol las cosas cambian continuamente, los equipos van evolucionando y ocurre aquello a lo que los expertos llaman "cambio generacional". Los clubes van dejando atrás a las viejas glorias y cuando te quieres dar cuenta ya no queda nada de aquel equipo al que tanto amaste. El Milan de Sacchi, el Madrid de los Galácticos, el Arsenal de los Invencibles... Todos ellos han sucumbido al temeroso paso del tiempo.
Un paso del tiempo que conlleva consecuencias, a veces duras de reconocer. Los ídolos tradicionales pasan a un segundo plano, y de un día para otro se terminan desvaneciendo. Algo así podríamos decir que ha ocurrido en Old Trafford. El eterno Ryan Giggs ha llegado al final de su carrera. Tras varios años contemplando desde nuestros televisores el ocaso interminable de su fútbol, ha llegado el día en el que dice nos adiós. Un adiós amargo.
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Pero como ya he dicho antes, el tiempo pasa mucho más rápido de lo que nos dicen, y ni los más grandes se salvan de sus garras. Nadie quería que llegase este momento, pero ya está aquí. Se nos va uno de los grandes, una de las piezas de la historia del fútbol. Adiós, Ryan.
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